(ahogados de bahía)

morir es herrumbre

que tragar

con la saliva

todo el dolor del mundo

no cabrá en un horno vacío

ni son manos

fuego

niebla

gas

herrumbre

muertos

y

cenizas

tampoco invierno

es el mar alzando al infinito

reflejos del vacío

las olas que te llaman

en un minúsculo temblor

la enfermedad no percibida

el muerto ya es el mar

(los pájaros callaron)

la furia de la espuma
corta flores en la orilla

esta noche los tigres persiguen a los tigres

violentos desesperados y brillantes


la sangre

(te dirán)

era el negocio del verano

la primera luz calma a los muertos

(seguir es el misterio)

Y quien será el sueño

cuando la tierra en la boca

cuando los ojos

(semilla de incendio)

flores para nadie

con la ingenuidad de un árbol viejo

la raíz busca el cielo

que se filtró en el rocío y la tormenta

murmurar nombres y fechas
 
lanzar canciones 
al océano

apenas tus pies

(umbral de la sombra)

telaraña de canciones

continente de la nada

A veces soy un futbolista zurdo, drogado y cojo, lanzando penaltis al espejo. Unas veces el estadio me aclama, otras no. A mí lo que me gusta es el balón arriba, cruzado y fuerte. El estallido de cristales. Llenar el césped de reflejos.