Las excusas no mejoran el compost. Ni los abismos. Ni llenar la fosa de algas. Ni la indiferencia. Ni el estoicismo. Ni la sonrisa infértil. Ni los rezos. Ni las palabras. Ni los aceleradores químicos. Ni la modificación tecnológica del clima. Ni la carne de los sacrificios. Ni la ansiedad. Ni el deseo. Ni el vino. Pudrirse bien nunca fue cuestión de método.
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