Te invitaré a mi casa, un luminoso apartamento con vistas a la bahía. Contemplarás el todo y la ridícula proporción de cada una de sus ramificaciones. Tenderé la mano. Te acompañaré hasta la ventana. Te atravesará la comprensión. Una corriente indescifrable de finales. Le seguirá tormento, éxtasis, estupefacción. Despertarás de vuelta en la corriente, una vaga sabiduría resonando en el pecho, como música en la catedral. Té y olvido antes de marchar.
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