Envolver como la noche 

hielo seda lino 

canción 
arca mortuoria

una crisálida de sombras

fuego en ámbar


cuchillos desde afuera

heridas desde afuera

aullidos desde afuera


fusil que abandonaste

en la azotea

cuando la carne es la corriente

sabes

y la marea es el la turbada

perfección

de todo instante

fluír con todo hacia el sereno abismo

del origen

propósito
no ahí

(no una vía luminosa en el 
eterno nada)

azar incandescente

fuego inadvertido en todas partes

juego de sombras

(y la roca que trae al mundo)

decir: ahí

el exceso contenido en la palabra

detenido en el instante
de la nada voraz

disolución del caos y la furia

aquí reír

reír sin freno

ahora estamos en el bosque ilimitado

sombra fértil asfixiada contra el muro

(si muriésemos aquí
nada nos enterraría)

Desde la ducha buscas el cielo a través de los cristales rotos del tragaluz. Aliméntate de caos y acuéstate desnudo. Almuerzo azucarado. Corporación. Conversaciones simuladas. Tú preguntas y yo no. Tú respondes y yo no. Tú contemplas el cielo desnudo bajo la lluvia clorada, vapor escaso, aroma en el jabón. Todo está bien cuando envejece. Todo está bien. 

Visiones de una visión mayor, sin majestad, sin bajeza, sin grandes logros o naufragios. Hechizos repetidos tantas veces que la magia es redundante, códigos de error en la pantalla. Todo perdido. Europa: perdida. La Habana: perdida. La esperanza: perdida. El futuro: constatación.

Constatación de la existencia. Del ser. Del otro. Conocimiento a través de sus fenómenos. De alfabetos extraños. De frases entrecortadas. De la certeza de poder acabar con todo ello, pero nunca transformarlo.

Apenas transformarlo.

De ningún modo transformarlo.

Y sin embargo.

Las excusas no mejoran el compost. Ni los abismos. Ni llenar la fosa de algas. Ni la indiferencia. Ni el estoicismo. Ni la sonrisa infértil. Ni los rezos. Ni las palabras. Ni los aceleradores químicos. Ni la modificación tecnológica del clima. Ni la carne de los sacrificios. Ni la ansiedad. Ni el deseo. Ni el vino. Pudrirse bien nunca fue cuestión de método.